lunes, 17 de noviembre de 2008

La encrucijada



Por Hugo Palamidessi*
(Publicada en Página 12 del 28 de julio 2008). La noticia de que el día 23 de junio se batió en el Sistema Interconectado Nacional (SIN) el record de potencia eléctrica máxima generada –más de 19.100 Megawatt–, si bien no sorprendió a autoridades y conocedores del sector, generó alarma. Esa potencia es casi la máxima que pueden suministrar todas las máquinas generadoras confiables del SIN, más allá de la cual no hay potencia de reserva para satisfacer cualquier aumento del consumo o falla no previstos. Si a la vez no hubo sorpresa, es porque desde hace años se viene marchando hacia esta encrucijada: crece el país y aumenta el consumo energético y no se instalan nuevas máquinas generadoras en cantidad suficiente. Además, escasean los combustibles para la generación de electricidad –el gas, principalmente, y el fueloil, que es el combustible líquido de reemplazo– y hay que recurrir a la importación de ambos.
Esta evolución del problema, que desde el 2002 venimos preanunciando desde el movimiento Moreno, fue reconocida por la Compañía Administradora del Mercado Eléctrico Mayorista (Cammesa) en un informe publicado en el 2004. El gobierno nacional presentó entonces un Plan Energético 2004-2008, anunciando una serie de obras y medidas para mejorar la situación. Según dicho plan, para aumentar la potencia eléctrica instalada se completaría la construcción de la central nuclear Atucha II (730 Mw) y se elevaría el nivel de la represa de Yacyretá a 83 m (incremento de 1400 Mw).
En transporte, se ejecutarían obras en líneas de alta tensión de reacondicionamiento y de interconexión entre regiones del país, se intensificaría la importación de electricidad desde Brasil y de gas desde Bolivia, y se limitaría la exportación de gas, e incentivaría su extracción. Y se pondría en marcha un programa de premios y castigos para incentivar el ahorro y desalentar el aumento del consumo eléctrico.
Ya casi al fin del período que abarca el Plan, veamos su grado de cumplimiento y los resultados que venimos experimentando. Las grandes obras de generación, la ampliación de Yacyretá y Atucha II, están en marcha, pero su terminación se demorará por lo menos hasta avanzado el año 2010. Se agregaron, entretanto, otras generadoras: dos máquinas de las centrales Manuel Belgrano y General San Martín, una turbina en cada una, con un total de 540 MW.
También se han agregado algunas máquinas a centrales existentes, turbinas a boca de pozo y algunas máquinas de grandes empresas para su autoabastecimiento, que ocasionalmente incorporan energía a la red. Pero estos generadores agregados funcionan con gas y algunos eventualmente con fueloil; en cualquier caso acentúan la dependencia de la generación eléctrica de los combustibles fósiles. Y vemos en estos años que no se ha ampliado la extracción de gas, se ha limitado su exportación (no suprimido totalmente), Bolivia no puede aumentar la exportación de gas y las reservas declaradas se han reducido. Hoy importamos gas licuado y lo regasificamos, a altísimo costo. Y hoy hay que importar buena parte del suministro de fueloil.
Y venimos sufriendo limitaciones en el consumo. Grandes industrias, que reciben presiones para reducir su consumo eléctrico y de gas, reprograman o recortan su producción. En los momentos de consumo pico de electricidad, se efectúan cortes preventivos para no afectar a los usuarios residenciales de los centros urbanos. La racionalización del consumo ha avanzado poco. Las restricciones y la sustitución por lámparas de descarga de las incandescentes son efectivas, pero han producido resultados visibles sólo en el alumbrado y los organismos públicos. Los premios y castigos en tarifas no han resultado hasta ahora.
¿Qué nos deparará la electricidad en el corto plazo? A todos, mayor alarma, pues, como muestran las estadísticas, el consumo probablemente seguirá creciendo. A los usuarios, mayores gastos: ya se anunció el aumento de las tarifas residenciales (no sólo de la luz, también del gas y otros servicios); para industrias y comercios se podrían sumar mayores restricciones. Para todo el país, la confluencia del encarecimiento del petróleo con el déficit de inversiones en el sector energético, que arrastra desde hace dos décadas, está llevando el sector a un callejón sin salida. La balanza de pagos energética va camino de convertirse en una segunda deuda externa.


*Ingeniero electromecánico-electrónico, ex docente de la Facultad de Ingeniería de UBA, se desempeñó como Ingeniero en Desarrollo en CITEFA, Ingeniero CNEA y Nucleoeléctrica Argentina, ex presidente de Asociación de Profesionales de la CNEA, miembro de la Comisión Directiva del MORENO, director del InfoMORENO.

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